Después de toda una vida invirtiendo la mayor parte de nuestro tiempo en el trabajo, lo lógico es que cuando llegue el momento todos queramos disfrutar de una jubilación tranquila y holgada económicamente. No obstante, es posible que la pensión de la Seguridad Social no nos sea suficiente y comencemos a contemplar otras opciones para complementarla (nunca sustituirla) y, de esta manera, asegurarnos un retiro despreocupado.
La clave está en el ahorro, idealmente lo antes posible o con el tiempo suficiente. Sin embargo, nos vamos a encontrar con multitud de opciones y lo normal es que, de primeras, estemos algo confundidos sobre cuáles son nuestras necesidades o cuál es la mejor manera para gestionar nuestro ahorro tanto a corto como a largo plazo.
Seguros de ahorro, planes de previsión asegurados, planes de pensiones de renta fija, variable, o mixta, individuales, de empleo o asociados, según el promotor, aportaciones o prestaciones… son muchas las opciones. Todas ellas son diferentes entre sí en cuanto a fiscalidad, rentabilidad, comisiones, finalidad… pero lo cierto es que tienen un factor común: constituyen un complemento extra a nuestra pensión de la Seguridad Social, que funciona como una especie de hucha en el que acumularemos el ahorro además de los intereses que genere. Además, cuenta con una gran ventaja que es que, al estar adscrito a un fondo de pensiones independiente, el valor de nuestras inversiones en caso de quiebra estará
siempre garantizado.
Antes de nada y, sin duda, lo mejor que podremos hacer será contar con el asesoramiento de un experto, para valorar detalladamente cómo deberíamos encauzar nuestro ahorro. Cuánto dinero disponible tengo para ahorrar o invertir, qué cantidad quiero obtener en mi renta mensual o cuáles son los límites máximos de aportación anual (que dependen de cada país) son algunos factores, muy importantes, a tener en cuenta a la hora de decidir cuál es el producto que más se ajuste a nuestras necesidades.