Cada motorista es distinto y cada moto también. Por eso, cada uno necesita un seguro diferente que se adapte a sus necesidades y a su forma de conducir. Porque no es lo mismo moverse con una moto de 125 cc por la ciudad que adentrarse en la carretera o la autopista con una de mayor cilindrada. Para saber qué póliza se ajusta mejor y no pagar de más ni estar
asegurado de menos, lo más conveniente es contar con la opinión de un corredor de seguros profesional.
Lo que marca la ley es que todas las motocicletas en circulación deben contar con un seguro obligatorio a terceros que incluya la responsabilidad civil, la protección jurídica y la reclamación de daños. Sin embargo, si nuestra moto es especialmente valiosa podríamos considerar además un
seguro de robo e incendio o si queremos curarnos en salud y estar protegidos ante cualquier imprevisto, podríamos valorar un Todo
Riesgo. Los complementos también son importantes y en el caso de equipaciones especialmente caras, no sería descartable incluir el casco u otros accesorios en la cobertura. Otra cuestión nada desdeñable es la asistencia en carretera, para que en caso de quedarnos tirados, pueda
llegar rápidamente la grúa a recogernos. Por supuesto, algunas coberturas
quedarían excluidas en el caso de conducir bajo los efectos del alcohol o las
drogas o si el culpable del accidente no fuese quien figura en la póliza.
No podemos olvidar que no todos los motoristas van solos y que el acompañante o “paquete” también sufriría las consecuencias de un accidente o imprevisto. Que no cunda el pánico. El pasajero siempre está cubierto por su condición de “tercero”, siempre, claro está, que la
moto esté autorizada para llevar pasajeros.